A veces se recuerda lo que ocurrió en nuestra vida hace 15 años y se olvida lo cenado la noche anterior
Siempre hemos alabado la memoria de elefante, atribuyendo al impresionante proboscídeo esa maravillosa facultad del intelecto. Tener memoria de elefante es poco menos que un don, un mérito, una habilidad, una cualidad, una capacidad para la que no todos los seres humanos están dotados. La memoria suele ser flaca y olvida con demasiada frecuencia no sé bien si a impulsos de su flaqueza o del deseo de no recordar lo que no conviene, lo que no interesa. Claro que, a veces, se recuerda lo que ocurrió en nuestras vidas hace quince años y se olvida lo que se ha cenado la noche anterior, de ahí la envidia que despiertan esos mastodónticos animales a los que se atribuye tan preciado don.
Ignoro si lo de la memoria del elefante es leyenda urbana o por el contrario se debe a estudios científicos. Lo que sí está científicamente constatado es que hay un animal, aunque físicamente más pequeño, muy superior, en ese sentido, no solo al elefante sino al hombre, al homo sapiens que, cuántas veces, deja el apellido por el camino. Me refiero a esos animales graciosos, que también compiten en el circo con el hombre y el elefante, al que no concedemos la importancia que en realidad tiene el chimpancé, siendo como es un antepasado del hombre.
Pues bien, se ha demostrado científicamente que los chimpancés de cinco años tienen mejor memoria fotográfica que los estudiantes universitarios. He visto a estos antepasado peludos, maniobrar sobre dos soportes, la pantalla de un monitor y el papel, en unos ejercicios aparentemente elementales, pero que requieren dosis importantes de capacidad cognitiva, y me he quedado boquiabierta. Lo que a los humanos nos cuesta resolver un tiempo, si es que lo logramos, ellos lo hacen de forma aparentemente mecánica, pero solo aparentemente, porque hay en ellos un potencial que no ha pasado desapercibido a la ciencia.
Si los investigadores deciden ir a más, la superioridad humana en todas las funciones cognitivas va a salir mal parada. Vamos de lo que vamos, de seres superiores con respecto a los otros que comparten planeta con nosotros, mirándoles indiferentes o indolentes y nos dan cien vueltas a la primera de cambio. La ficción acabará imponiéndose, acabará haciéndose realidad y, quién sabe si de aquí a unos cuántos cientos de años, si antes no hemos destruido el planeta, la Tierra será precisamente el planeta de los simios. Ellos a mandar y nosotros, los que sobrevivan, a obedecer y quien sabe si trepando por los árboles en busca de alimento.
Estamos haciendo oposiciones a que así sea desde hace muchos años. El calentamiento global es solo un aviso. Y no tiene que recordárnoslo Al Gore, basta con seguir atentos al cabreo de la naturaleza que se ha aliado con los elementos para hacérnoslo saber. No me extrañaría mucho que la naturaleza beneficie también a otras especies más respetuosas con el medio ambiente y se inviertan los papeles. Me temo que ni aún así se aprenda. A pesar de lo repetitivo, no captamos el mensaje. Harían falta más "tsunamis", más tifones, más huracanes, más tornados, más Polo deshelado y ni por esas.
La investigación llevada a cabo con los chimpancés puede rompernos los esquemas no tardando mucho. Sobre todo si se descubre que durante años y más años se ha subestimado la capacidad intelectual de este mamífero primate antropoide cuyo nombre científico es "Pan troglodytes". No necesitamos más datos para reconocer en él al antepasado más cercano de la raza humana.
Tomado de: http://www.laopiniondezamora.es/opinion/2014/07/28/memoria-chimpance/777725.html
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