24 de abril de 2012

La tan olvidada memoria

Son numerosas las críticas que suelen formular las pedagogías del siglo XX a la educación tradicional. Entre tantas, se la acusa de ser memorística.

Se repetían las tablas de multiplicar. Se repetía la correcta ortografía: renglones, carillas y hasta hojas, lo que fuera necesario para fijar en nuestra memoria la escritura correcta de las palabras. Se memorizaban las estrofas de himnos y marchas. Y, a medida que se avanzaba, las capitales de las provincias, las de los países, los nombres de las cadenas montañosa y su ubicación, los de las eras geológicas, las periodizaciones de la historia, los nombres de faraones y de emperadores romanos.

También se memorizaban poemas, aforismos, fragmentos de grandes obras. Así se incorporaban las imágenes, las metáforas, las formas de ver el mundo de poetas, filósofos y pensadores ( Ariosto me enseñó que en la dudosa luna moran los sueños, lo inasible, el tiempo que se pierde, lo posible ? escribió J. L. Borges), los valores que brotaban de las tragedias clásicas, las virtudes de los héroes. Se trataba de un poblamiento interno porque, como afirma Guillermo Jaim Etcheverry, "se acumulaban dentro párrafos de literatos, citas de pensadores que, años después, volverían a la superficie". Era la cultura a la cual no habíamos contribuido hasta ese momento la que recibíamos como un don, un regalo, a través de la educación. Incorporábamos el esfuerzo, las jornadas agotadoras que hay detrás de las investigaciones de los científicos, el cansancio del escultor y del pintor, el sacrificio del músico y del escritor para adquirir la disciplina y el conocimiento de las reglas de la práctica artística.

Todo de manera gratuita. La herencia de una civilización, el legado de la humanidad. Lo único que debíamos dar para conseguir este regalo era nuestra dedicación, nuestro, comparativamente, pequeño esfuerzo. Un pedagogo mexicano, representante destacado de estas nuevas pedagogías, Angel Díaz Barriga, expresa su menosprecio por este legado cuando, entrevistado por la revista La Educación en Nuestras Manos , afirma: "Hoy [en México] tenemos que a un muchacho de 14 o 16 años le estás enseñando la Edad Media cuando él está despertando al mundo, a la vida, a la tecnología. Cada vez es más claro que un muchacho se interesa por conocer lo que está pasando hoy". Actualmente, cuando un alumno, ante el pedido de que enuncie un concepto o una definición, le pregunta a su profesor si puede decirlo con sus palabras, ¿a qué se refiere? Indudablemente a la posibilidad de expresarlo en el vocabulario corriente, aquel que la ciencia desterró, en su largo recorrido, y reemplazó por términos precisos, desprovistos de ambigüedad. Y cuando se menosprecia la metáfora se está enterrando, por lo menos, 2500 años de historia en los cuales se acunó y protegió un patrimonio que ya no es valorado por la escuela.

 ¿Qué se ha conseguido con la desvalorización de la memoria en la educación? Alumnos que son incapaces de apreciar la belleza de una obra literaria o de comprender un texto científico porque se manejan con escasas 200 palabras, aproximadamente, como señaló Pedro Luis Barcia. Alumnos incapaces de argumentar, que sólo pueden responder con violencia verbal o física ante una opinión diferente. Que son incapaces de comprender la ironía y el absurdo y sólo ríen con lo vulgar y lo chabacano. Alumnos incapaces de salir del ejemplo, que es concreto y singular, para llegar al concepto, que abarca todos los ejemplos. Afirma el destacado ensayista George Steiner: "El lenguaje ha sido, en todo el curso de la historia, el recipiente de la gracia humana y el primer portador de la civilización". Hay alumnos que a veces preguntan: "¿Tenemos que estudiar esto de memoria?". Los maestros deberían contestarles, sin dudarlo, sí. Porque lo que suele poblar hoy la memoria de nuestros niños y jóvenes es la letra procaz de algunas canciones populares, las expresiones burdas y groseras de conductores de programas televisivos o radiales, la trama perversa de series y novelas donde aparecen verdaderos antihéroes.

 La cultura actual y la escuela desvalorizan la memoria. El argumento del cual se valen es que las computadoras son capaces de almacenar muchos más datos que el cerebro humano y podemos recurrir a ellas cuando necesitemos esos datos. ¿Desconocen que la memoria nos da elementos para atravesar momentos difíciles, para ponerles metáforas a nuestro sufrimiento, a las desventuras de la vida? Precisamente, George Steiner aconseja a los estudiantes: "Aprended de memoria, noche y día, no con el cerebro sino con el corazón? Seréis como una nave llena de tesoros. Nadie puede quitaros lo que sabéis de memoria, nadie".

Tomado de: http://www.lanacion.com.ar/1464867-la-tan-olvidada-memoria

16 de abril de 2012

¿Qué hereda el cerebro?


Aunque es único, no llega 'sin formatear': nuestro cerebro ¿resultado de tres millones de años¿ lleva consigo una herencia que predispone en parte nuestra manera de ser, comportarnos y pensar.

Todos los animales poseen un sistema nervioso que los relaciona con el entorno, pero el cerebro humano no tiene parangón. No sólo percibimos el entorno y somoscapaces de ver, por ejemplo, un amanecer, sino que –a diferencia de todo el resto de animales– somos capaces de percibir y disfrutar de toda la belleza de esa explosión de luz y color. Tampoco somos los únicos que vivimos en sociedades organizadas, pero la complejidad y variedad de la nuestra es infinitamente superior. Noscomunicamos con nuestros congéneres, como de un modo u otro hacen todos los mamíferos, pero nuestro lenguaje es capaz de crear también poesía. Y golpeamos piedras y palos, como el resto de primates, pero nuestras manos, guiadas por el cerebro, también son capaces de alumbrar magníficas obras de arte. Yrazonamos, somos conscientes de nuestra propia existencia y hemos hecho florecer las más variadas culturas. Nuestro comportamiento, e incluso nuestra forma de pensar y de percibir el mundo, vienen determinados por la actividad del cerebro y por años de evolución.

La arquitectura funcional del cerebro

El cerebro se forma durante el desarrollo embrionario, como un engrosamiento situado al final de un tubo, el tubo neural. Inicialmente no es más que un gran balón relleno de líquido, pero poco a poco, capa a capa, se van estructurando las células que le confieren tan especiales características, las neuronas. Todo este proceso viene guiado por genes específicos, que van moldeando el complejo entramado de este órgano. Por lo tanto, ya de entrada, como ocurre con nuestras facciones, heredamos los genes que dirigen su construcción básica y sus características funcionales, que se traducirán en aspectos concretos del comportamiento. No obstante, hay que matizar la palabra básica, porque la plasticidad del cerebro humano es enorme y depende también de complejas interacciones con el ambiente.

Para empezar, pese a que todos tenemos los mismos genes, estos pueden presentar formas alternativas, unas variantes génicas que influyen de distinta manera en la construcción del cerebro y en su funcionamiento. Es lo mismo que sucede, por ejemplo, con el color del cabello. Todos tenemos genes que determinan que el pelo tenga color, pero hay personas rubias, pelirrojas, castañas...

Por otro lado, cada neurona individual puede estar conectada a millares de otras neuronas, proceso que genera redes neuronales en cuya activación reside nuestra vida mental. Para comunicarse, las neuronas utilizan un lenguaje bioquímico, basado en la secreción de neurotransmisores y en su recepción por parte de otras neuronas. Tanto los receptores neuronales como las enzimas que controlan la producción de los neurotransmisores vienen codificados genéticamente, y presentan también variantes génicas. Por citar alguno de los muchos ejemplos que se conocen, sabemos que la serotonina, uno de los diversos neurotransmisores que producen nuestras neuronas, actúa sobre el estado de ánimo y la ansiedad. En general, las personas cuyo cerebro produce mucha serotonina o cuyos receptores neuronales son muy sensibles a ella suelen tener un carácter sereno y optimista, mientras que las personas con bajos niveles son más propensas a la ansiedad y la depresión. También se conocen genes cuyas distintas variantes predisponen en mayor o menor medida el desarrollo de la creatividad artística, numérica, o verbal.

La mente, entre los genes y el ambiente

Pero no es tan sencillo, puesto que no todo depende de estos neurotransmisores y susreceptores, sino también de las conexiones neuronales. Y muchas de ellas no sólo no siguen un patrón preestablecido, sino que además pueden cambiar durante la vida de un individuo. Cuando se forma el cerebro, desde la etapa fetal y hasta superada la adolescencia, las neuronas genéticamente predispuestas a establecer conexiones emiten prolongaciones exploradoras. Si encuentran una neurona activa y la conexión resulta ventajosa para la función cerebral, se mantiene. En caso contrario, remite. Y esto depende, en gran medida, de los estímulos ambientales, de las experiencias de cada uno, que de esta forma contribuyen a modelar el cerebro.

Además, si una determinada conexión se activa a menudo, tiende a reforzarse mediante conexiones paralelas. Esta plasticidad es mucho más acusada antes del nacimiento y durante la infancia, pero se mantiene toda la vida, lo que explica que en muchos casos la pérdida de capacidades mentales debida a lesiones cerebrales pueda ser compensada por otras neuronas. Por lo tanto, la estructura neuronal no sólo es, sino que se hace y se rehace. Y de esta estructura relativamente plástica nace nuestra vida mental, y con ella nuestros patrones de comportamiento. A modo de ejemplo, hace un par de años se describieron determinadas redes neuronales implicadas en la preferencia hacia una sociedad jerárquicamente estructurada o alternativamente más igualitaria.

Finalmente, el ambiente regula también el nivel de funcionamiento de, como mínimo, algunos de estos genes, introduciendo, todavía no se conoce muy bien cómo, lo que se denominan modificaciones epigenéticas. Estas consisten en la adición de determinadas moléculas en elmaterial genético, las cuales regulan su funcionamiento, activando o inhibiendo la actividad de ciertos genes, sin alterar el mensaje que codifican.

Serían como señales de tráfico en una carretera, que regulan la velocidad y el paso de los vehículos sin alterar el trazado. Por ejemplo, la presencia de una de estas modificaciones en un receptor neuronal específico se ha relacionado con experiencias negativas vividas durante la niñez, lo que incrementa la predisposición a cometer suicidio. Todos estos motivos hacen que no haya, ni pueda haber, dos cerebros exactamente iguales, ni tan siquiera en mellizos, lo que implica que tampoco haya dos mentes idénticas. Por eso, cuando se habla de la influencia de los genes en nuestro comportamiento, se habla siempre de predisposición, no de determinismo absoluto.

Herederos de nuestros antepasados, pero únicos a pesar de todo

Un órgano tan complejo no ha surgido de la noche a la mañana: es el heredero de un largo proceso evolutivo, al cual debemos remitirnos si queremos llegar a comprender cómo han surgido nuestras características específicas. Durante la evolución se han seleccionado losgenes que han ido favoreciendo la supervivencia y la reproducción de nuestros antepasados. Por ello nuestro acervo genético abarca los éxitos adaptativos de nuestros antecesores. Los genes que nos distinguen como humanos se seleccionaron durante los últimos tres millones de años, cuando nuestros antepasados homínidos vivían en pequeños grupos de cazadores-recolectores. Entre los factores que influyeron cabe destacar nuestra progresiva complejidad social, una conducta cada vez más flexible, muy útil en seres de larga vida que deben enfrentarse a numerosas situaciones imprevistas, y nuestra dependencia cada vez mayor del conocimiento y la construcción de herramientas. De hecho, según los psicólogos evolucionistas, el cerebro consta de diferentes módulos funcionales que tienen una función adaptativa o la tuvieron en nuestro pasado evolutivo. Algunos de estos módulos se relacionan con la búsqueda de recursos, el sexo, el cuidado de los hijos, la agresividad y el lenguaje, una forma de comunicación extraordinariamente compleja que permitió a cada individuo beneficiarse de las ideas y experiencia de los demás, lo que favoreció una coevolución del gen y la cultura.

¿Qué distingue nuestro cerebro del resto de primates? Básicamente su tamaño, su tiempo de maduración y su plasticidad. El cerebro de los homínidos triplicó su tamaño en los últimos tres millones de años pero, además, su tamaño sigue aumentando durante mucho tiempo después del nacimiento: mientras que el cerebro del chimpancé alcanza el tamaño adulto a los cinco años el cerebro humano lo hace a los quince. Y algunas áreas de asociación relacionadas con funciones mentales complejas, como los lóbulos prefrontales, no terminan su desarrollo hasta después de los veinte. Esto nos permite incorporar muchas experiencias en la plasticidad de la estructura cerebral, lo que constituye la base del aprendizaje.

Se han hallado genes que se relacionan con el aumento de tamaño cerebral y con el lenguaje, como el FOXP2. Este gen, por ejemplo, presenta sutiles diferencias con respecto a los que poseen los grandes simios, pero en la mayoría de genes, especialmente los relacionados con la actividad y la plasticidad de las conexiones neurales, la única diferencia es que en nuestro cerebro se expresan con más intensidad. Y precisamente las zonas del cerebro humano con mayor actividad y plasticidad son las que están relacionadas con el aprendizaje, la memoria, la inteligencia social y la capacidad de viajar en el tiempo, es decir, de recordar, planificar e imaginar. Esta compleja combinación de factores genéticos, herederos de nuestra historia evolutiva, y ambientales, que se aúnan en el cerebro, es lo que nos hace únicos, lo que nos hace, efectivamente, humanos.

La memoria disminuye más rápido al aproximarse la muerte


Según un estudio de la revista Neurology, la memoria humana disminuye en los dos años y medio antes de la muerte a un ritmo más rápido.

La memoria de los humanos disminuye en los dos años y medio antes de la muerte a un ritmo más rápido que en cualquier otro período desde que empiezan los problemas de memoria, según un estudio que publica hoy la revista Neurology.

Otro estudio en la misma publicación de la Academia Estadounidense de Neurología indica que la mejor forma de preservar la memoria en la vejez es mediante juegos de mesa o la lectura.

Para el primer estudio los investigadores del Centro Médico de la Universidad Rush, en Chicago, hicieron pruebas de memoria entre 174 sacerdotes, religiosas y monjes católicos que no tenían problemas de memoria, de seis a 15 años antes de su muerte.

Después de la muerte, los científicos examinaron los cerebros de los sujetos para detectar las placas y "nudos" que señalan la presencia del mal de Alzheimer
.
"En nuestro primer estudio usamos el fin de la vida como punto de referencia para investigar la disminución de la memoria en lugar del nacimiento o la fecha de comienzo del estudio", explicó el autor del artículo, Robert Wilson.

La investigación encontró que, en promedio, unos dos años y medio antes de la muerte, diferentes capacidades de la memoria y el pensamiento tienden a disminuir a un ritmo de 8 a 17 veces más rápido que antes de esta etapa terminal.

Los niveles más altos de placas y nudos se han vinculado con un comienzo temprano de este período terminal, pero no con la tasa de disminución de la memoria en este período.

Para el segundo estudio, conducido también por Wilson, los investigadores se concentraron en las actividades mentales y en él participaron 1.076 personas con una edad promedio de 80 años, libres de demencia.

Los investigadores sometieron a los participantes a exámenes anuales de memoria durante cinco años. Los participantes informaron cuán a menudo leían el periódico, escribían cartas, visitaban una biblioteca y jugaban juegos de mesa tales como ajedrez o damas.

Los resultados mostraron que la participación de las personas en actividades mentalmente estimulantes y su funcionamiento mental disminuían a tasas similares a lo largo de los años.

También los investigadores encontraron que podían pronosticar el nivel de funcionamiento cognitivo de los participantes observando su nivel de actividad mental a lo largo del año previo, pero ese nivel de funcionamiento cognitivo no sirve para predecir la actividad mental en el futuro.

Tomado de: http://www.tuteve.tv/noticia/actualidad/63605/2012/04/04/la-memoria-disminuye-mas-rapido-al-aproximarse-la-muerte

El sueño contribuye a fijar en el cerebro lo que aprendemos, según estudio


Un experimento concluyó que al soñar el cerebro “revisa” las palabras aprendidas durante el día y las fija en la memoria lingüística.

El sueño contribuye a fijar en el cerebro los conocimientos adquiridos durante el día y sirve para mejorar las habilidades lingüísticas.

Esas son las conclusiones del trabajo del investigador belga Nicolas Dumay, del Centro Basque sobre Cognición, Cerebro y Lenguaje (BCBL por su sigla en inglés) de San Sebastián, en España.

La investigación de Dumay buscaba adentrarse en las funciones que desarrolla el cerebro mientras dormimos, una cuestión sobre la que la ciencia no tiene aún una respuesta completa.

Sus experimentos, según afirma el autor, demuestran que durante las horas de sueño el cerebro revisa las palabras aprendidas durante el día, y las fija en la memoria lingüística.

El científico del BCBL empleó el aprendizaje de palabras nuevas para probar su hipótesis sobre la actividad cerebral durante el sueño, señala una nota de prensa del centro vasco internacional de investigación.

Según Dumay, que desarrolló el experimento con vocabulario en inglés, "las palabras luchan entre ellas por el acceso a la memoria en nuestro cerebro", y este experimento demuestra que "sólo después de dormir las palabras recién aprendidas logran el estatus de palabra asimilada".

"En cierto modo, el sueño hace reales las palabras", añade.

La investigación de Dumay, publicada en la revista científica Cognition, especializada en el estudio del cerebro, ha probado que durante las horas de sueño el cerebro revisa las palabras aprendidas durante el día, mejora las habilidades lingüísticas y fija las palabras aprendidas.

En la fase experimental, desarrollada en la Universidad de York, en el Reino Unido, el investigador del BCBL mostró 36 palabras nuevas a 32 personas. Una de esas palabras fue "numesstac", sin significado alguno en inglés, pero en cuya composición figura la palabra "mess", muy común, y que significa desastre o desorden.

Cinco minutos después de escuchar palabras de este tipo, los participantes recordaban un 7% de los nuevos términos. Pero 24 horas más tarde, es decir después de dormir, la tasa de recuerdo de las palabras se elevó hasta el 12%.

Lo más significativo, según el autor del experimento, fue que las personas fueron mucho más lentas en reconocer las palabras que ya conocían, y que estaban insertas en los términos propuestos.

Según Dumay, esta lentitud en el reconocimiento de las palabras ya conocidas se debe a que durante el sueño los participantes del experimento asimilaron los términos nuevos como numesstac, que dejó de ser una palabra nueva para convertirse en una palabra asimilada, lo que dificultó el reconocimiento del término mess, que ya conocían.

Con base en esta conclusión y otros estudios anteriores sobre el sueño y la mente, Dumay asegura que el cerebro asimila más fácilmente las palabras aprendidas durante la noche, antes de dormir, ya que durante el día el cerebro tiene muchos otros estímulos que interfieren con las palabras aprendidas en la mañana.

Además de este experimento, Dumay ha llevado a cabo varias investigaciones relacionadas con el aprendizaje, la lingüística y el cerebro. Algunas de sus conclusiones están siendo aplicadas para el desarrollo de nuevas técnicas de enseñanza de idiomas.

Tomado de: http://mexico.cnn.com/salud/2012/04/02/el-sueno-contribuye-a-fijar-en-el-cerebro-lo-que-aprendemos-segun-estudio