4 de septiembre de 2012

Memoria y Computación


Por Renato Garita.
La memoria es ___________.
Lo anterior puede ser un típico contenido de un examen en escuela, colegio o incluso en la universidad. Detrás de esta, en apariencia, inofensiva evaluación, hay múltiples suposiciones sobre la naturaleza de los procesos cognitivos y de lo que somos como seres humanos. Muchas de las ideas que han alimentado lo que entendemos sobre nuestras capacidades cognitivas provienen curiosamente de la computación. Una de estas capacidades, la memoria, se explica como un almacén de recuerdos, hechos e incluso secuencias de acciones o situaciones. Supone entonces que la memoria es un almacén de información como el que utilizan las computadoras para sus datos.
Para la mayoría de los estudios en memoria donde se propone un modelo computacional, la memoria almacena información que se representa internamente (en el cerebro) en estructuras lógicas de símbolos que pueden modificarse con reglas formales de manipulación. Estos símbolos son planos en contenido para la computadora. La máquina maneja cualquier tipo de símbolo, desde una etiqueta de un objeto como “carro”; el nombre de una persona como “Jaime”; una oración declarativa como “Hoy va a llover”; un numeral como 1109; un evento como la Segunda Guerra Mundial; hasta una representación emocional como “Siento mucho miedo”, sin distinción, utilizando reglas y estructuras similares. Las teorías sobre la memoria en seres humanos que actúan bajo estas suposiciones, conciben entonces los tipos de información que manejamos en categorías planas de valor y se concentran en la mejor forma de manipularla y representarla en estructuras con reglas.
Pocos estudios desde el ámbito computacional tratan sobre elementos de la memoria, como su naturaleza reconstructiva y dinámica y sus roles sociales, prospectivos y emocionales. Cuando lo hacen, su estrategia consiste en ver a estas funciones desde una posición donde la información relevante es simbólica, desde la concepción puramente computacional. Esto es un problema, ya que elementos emocionales que influyen en la memoria no pueden ser fácilmente representados por estructuras simbólicas y, al dejarlos por fuera, se crean modelos incompletos y con pobre poder explicativo.
Existen otros modelos computacionales llamados conexionistas, que se acercan a posiciones no simbólicas de la información y a la naturaleza reconstructiva y dinámica de la memoria. Este tipo de modelos encuentran inspiración en la estructura conectiva neuronal del cerebro e intentan replicar su funcionamiento y estructura. En la práctica, la mayoría de estos modelos se limita a implementar los mismos modelos simbólicos anteriores, pero sobre estructuras “neuronales”, lo cual mantiene paradójicamente la idea de la memoria como almacén de representaciones y símbolos. También se utilizan para replicar daños en módulos neuronales específicos y para analizar la capacidad de reconstrucción de estructuras neuronales y de readaptación de funciones, que sucede gracias a la naturaleza dinámica y plástica de conjuntos de neuronas. La mayoría de estos modelos dejan por fuera los aspectos sociales y emocionales más importantes que se relacionan con la memoria y mantienen su perspectiva de procesos puramente internos.
El reto del estudio de la memoria desde la computación, es en primera instancia tomar a la computación como una herramienta, para entender el proceso y no como una metáfora del proceso memorístico. De esta manera, el papel de la computación queda más claro: la computación es útil para crear modelos y simulaciones de procesos cognitivos, pero estos no emulan fielmente a los procesos cognitivos.
Por otro lado, siempre se debe tener presente que los procesos de la memoria no pueden verse aislados del ser humano. No es posible entender completamente su funcionamiento sin tomar en cuenta al ser humano en todas sus etapas y dimensiones; incluso cuando se utiliza la computación como forma de representar o explicar alguna capacidad cognitiva. Hacer explícita esta diferencia puede aclarar el panorama y evitar que los modelos se desvíen hacia tangentes que alimentan concepciones erróneas de los procesos cognitivos.

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