Al contrario de lo que se creía, la remodelación de los circuitos neuronales a partir de nuevas experiencias no sólo genera nueva información en el cerebro, sino que también borra recuerdos en forma simultánea.
Además de su rol en la construcción de la memoria, la neurogénesis o producción de nuevas neuronas en el hipocampo del cerebro adulto conduce a la degradación o el olvido de sucesos o eventos aprendidos. Así lo revela un novedoso estudio canadiense publicado en la revista “Science”.
Mediante experimentos de aprendizaje y retención de la memoria en ratones y cobayos, los investigadores observaron que una tasa muy alta de neurogénesis puede producir amnesia de recuerdos que son clave para distinguir contextos que suponen diferentes grados de “peligro”.
Al reducir los niveles de formación de neuronas nuevas en el hipocampo, los científicos, liderados por el Doctor Paul Frankland, del Programa de Neurociencias y de Salud Mental del Hospital de Niños de Toronto, observaron que se mitigaban los niveles de olvido de información clave, por lo que mejoraba su capacidad de aprendizaje.
Los científicos ahora se preguntan si esos “olvidos” pueden resultar beneficiosos. “Hay que indagar si se ‘limpian’ recuerdos sin importancia para que la memoria funcione de manera más eficiente o para que se disponga de más espacio de almacenamiento”, dijo el Doctor Frankland a la Agencia CyTA.
Debido a que la neurogénesis está regulada por diversos factores ambientales, como el ejercicio físico y el estrés, Frankland consideró que los resultados son “relevantes” para la condición humana.
De acuerdo al Doctor Alejandro Schinder, jefe del laboratorio de Plasticidad Neuronal del Instituto Leloir, en Buenos Aires, el nuevo trabajo revela una cara poco conocida y estudiada de los mecanismos de plasticidad cerebral.
“El estudio muestra que generar más neuronas no solamente contribuye mejorar la capacidad de aprender y almacenar información, sino que también puede empeorar la memoria a mediano plazo (probablemente desestabilizando circuitos neuronales preexistentes)”, afirmó el investigador del CONICET a la Agencia CyTA.
Schinder, quien escribió un comentario sobre el estudio en la misma edición de “Science”, indicó que la construcción de nuevos recuerdos requeriría de un fino equilibrio o ajuste de la neurogénesis en el hipocampo. “No puede haber muy poca ni demasiada”, dijo.
Tomado de: http://www.diarioc.com.ar/tecnologia/Descubren_mecanismos_comunes_que_participan_tanto_en_la_formacion_de_l/224705
28 de mayo de 2014
Descubren mecanismos comunes que participan tanto en la formación de la memoria como en el olvido
22 de mayo de 2014
Consumir mucha grasa y azúcar perjudica memoria y cognición
Revelan expertos de Biomédicas que exceso en la ingesta inflama la región del hipocampo.
Una dieta con alto contenido de grasas y azúcares tiene repercusiones en el cerebro, sobre todo en el proceso de sinapsis (mediante el cual se comunican las neuronas), en la memoria de corto plazo y en la cognición.
El exceso en su consumo puede estar asociado con un estado de inflamación del hipocampo (región cerebral relacionada con el establecimiento de la memoria de corto plazo). Al someterse a una dieta con esas características, se padecen alteraciones bioquímicas y estructurales significativas.
En el laboratorio de Clorinda Arias Álvarez, científica del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), una de las líneas de investigación que se trabaja es la relación de la nutrición con el funcionamiento cerebral. En éste se ha demostrado que existen ciertos factores de riesgo metabólicos para propiciar un envejecimiento patológico y alteraciones en la cognición.
El cerebro responde a las situaciones del medio ambiente y de ahí surge su capacidad de recordar y aprender, lo cual es conocido como plasticidad cerebral. A consecuencia de ésta se entablan nuevas conexiones entre las neuronas que requieren la formación de membranas que permitan esta comunicación a partir de nuevas sinapsis.
Los primeros resultados de las investigaciones muestran que consumir alimentos con altos índices de grasas y azúcares causa alteraciones estructurales en las proteínas que se encargan de mantener la homeostasis (propiedad de organismos vivos de mantener una condición interna estable compensando los cambios en su entorno mediante el intercambio regulado de materia y energía con el exterior) neuronal, esto es, que exista un microambiente adecuado en las neuronas. También se encontró disminuido el contenido de una proteína durante la sinapsis.
Los científicos del laboratorio de Arias Álvarez desarrollaron un modelo para identificar cómo impactan a escala cerebral las condiciones que producen una resistencia a la insulina debida a dietas altas en grasas y azúcares. Para ello sometieron a ratas de laboratorio durante una semana al consumo continuo de ese tipo de alimentos.
El modelo se aplicó siete días, debido a que un día en la rata equivale en promedio a 30 del ser humano, lo que representaría que si una persona consume una dieta alta en grasas y azúcares durante varios meses podría sufrir esos cambios reversibles, que de prolongarse pueden contribuir al decaimiento cognitivo durante el envejecimiento.
Tras esos experimentos el equipo de investigación encontró que dicha alimentación se asocia con una resistencia a la insulina en células del hipocampo. Dicha resistencia está muy bien descrita en órganos periféricos, en el hígado o en el músculo, pero en el cerebro se ha explorado poco, comentó la científica.
Se trata, aseveró Arias Álvarez, de la primera etapa del trabajo de investigación, pues posteriormente pretenden analizar la "reversibilidad" del proceso, con el fin de desarrollar estrategias de nutrición y terapéuticas, así como encontrar qué condiciones durante la vida de un sujeto pueden ponerlo en situación de riesgo y llevarlo a un envejecimiento patológico.
La experta confía en que conocerán las alteraciones que, conforme pasa el tiempo, son irreversibles, dañan el cerebro y pueden estar asociadas con enfermedades neurodegenerativas.
Hay muchos alimentos que favorecen el funcionamiento adecuado de todos los órganos del cuerpo, el cerebro incluido. Al respecto, la académica universitaria aseveró que un componente muy importante son los ácidos grasos polinsaturados (llamados omega 3), que se encuentran en productos como el salmón y el aceite de oliva. Estos ácidos son fundamentales para llevar a cabo esta labor de plasticidad que tiene el cerebro.
Aunado a ello, el ejercicio físico es fundamental para producir moléculas que mantienen estados de adecuado funcionamiento cerebral. La científica recomendó evitar dietas nocivas para la salud que pueden tener repercusiones en ese órgano.
Tomado de: Vanguardia
Una dieta con alto contenido de grasas y azúcares tiene repercusiones en el cerebro, sobre todo en el proceso de sinapsis (mediante el cual se comunican las neuronas), en la memoria de corto plazo y en la cognición.
El exceso en su consumo puede estar asociado con un estado de inflamación del hipocampo (región cerebral relacionada con el establecimiento de la memoria de corto plazo). Al someterse a una dieta con esas características, se padecen alteraciones bioquímicas y estructurales significativas.
En el laboratorio de Clorinda Arias Álvarez, científica del Instituto de Investigaciones Biomédicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), una de las líneas de investigación que se trabaja es la relación de la nutrición con el funcionamiento cerebral. En éste se ha demostrado que existen ciertos factores de riesgo metabólicos para propiciar un envejecimiento patológico y alteraciones en la cognición.
El cerebro responde a las situaciones del medio ambiente y de ahí surge su capacidad de recordar y aprender, lo cual es conocido como plasticidad cerebral. A consecuencia de ésta se entablan nuevas conexiones entre las neuronas que requieren la formación de membranas que permitan esta comunicación a partir de nuevas sinapsis.
Los primeros resultados de las investigaciones muestran que consumir alimentos con altos índices de grasas y azúcares causa alteraciones estructurales en las proteínas que se encargan de mantener la homeostasis (propiedad de organismos vivos de mantener una condición interna estable compensando los cambios en su entorno mediante el intercambio regulado de materia y energía con el exterior) neuronal, esto es, que exista un microambiente adecuado en las neuronas. También se encontró disminuido el contenido de una proteína durante la sinapsis.
Los científicos del laboratorio de Arias Álvarez desarrollaron un modelo para identificar cómo impactan a escala cerebral las condiciones que producen una resistencia a la insulina debida a dietas altas en grasas y azúcares. Para ello sometieron a ratas de laboratorio durante una semana al consumo continuo de ese tipo de alimentos.
El modelo se aplicó siete días, debido a que un día en la rata equivale en promedio a 30 del ser humano, lo que representaría que si una persona consume una dieta alta en grasas y azúcares durante varios meses podría sufrir esos cambios reversibles, que de prolongarse pueden contribuir al decaimiento cognitivo durante el envejecimiento.
Tras esos experimentos el equipo de investigación encontró que dicha alimentación se asocia con una resistencia a la insulina en células del hipocampo. Dicha resistencia está muy bien descrita en órganos periféricos, en el hígado o en el músculo, pero en el cerebro se ha explorado poco, comentó la científica.
Se trata, aseveró Arias Álvarez, de la primera etapa del trabajo de investigación, pues posteriormente pretenden analizar la "reversibilidad" del proceso, con el fin de desarrollar estrategias de nutrición y terapéuticas, así como encontrar qué condiciones durante la vida de un sujeto pueden ponerlo en situación de riesgo y llevarlo a un envejecimiento patológico.
La experta confía en que conocerán las alteraciones que, conforme pasa el tiempo, son irreversibles, dañan el cerebro y pueden estar asociadas con enfermedades neurodegenerativas.
Hay muchos alimentos que favorecen el funcionamiento adecuado de todos los órganos del cuerpo, el cerebro incluido. Al respecto, la académica universitaria aseveró que un componente muy importante son los ácidos grasos polinsaturados (llamados omega 3), que se encuentran en productos como el salmón y el aceite de oliva. Estos ácidos son fundamentales para llevar a cabo esta labor de plasticidad que tiene el cerebro.
Aunado a ello, el ejercicio físico es fundamental para producir moléculas que mantienen estados de adecuado funcionamiento cerebral. La científica recomendó evitar dietas nocivas para la salud que pueden tener repercusiones en ese órgano.
Tomado de: Vanguardia
12 de mayo de 2014
La creación de nuevas neuronas provoca la pérdida de antiguos recuerdos
Un equipo internacional de investigadores ha estudiado por qué es tan difícil rememorar algunos momentos del pasado. Los resultados de este trabajo, realizado en roedores y publicado esta semana en Science, sugieren que la neurogénesis –la generación de nuevas neuronas– es la responsable del olvido de ciertos recuerdos en varias especies, incluido el ser humano.
Para crear nuevos recuerdos, las neuronas se encuentran en un proceso de formación constante en el hipocampo del cerebro. Este hecho ha llevado a un grupo de científicos del Hospital para Niños Enfermos de Toronto (Canadá) y del Instituto Integral Ciencias Médicas de Toyoake (Japón) a preguntarse si la integración de nuevas neuronas también puede desestabilizar viejos recuerdos.
“Sabemos que existe una limpieza de memoria ya que, mientras nos acordamos muy bien de lo que hemos hecho en el último par de horas, es muy difícil recordar con el mismo detalle lo que estábamos haciendo hace una semana o un mes. Aunque no todos los recuerdos son olvidados; los más importantes se consolidan en el córtex”, explica a Sinc Paul Frankland, coautor del trabajo e investigador de la institución canadiense.
Hasta la segunda mitad del siglo XX se negaba la creación de neuronas después del nacimiento. Pero hoy en día se sabe que se siguen produciendo durante toda la vida debido a la diferenciación de las células madre.
Estudios previos ya habían mostrado que las neuronas nuevas se integran en las redes neuronales preexistentes para participar en el procesamiento de información. En la última década se ha reforzado la hipótesis de que la neurogénesis –la generación de nuevas neuronas– es necesaria para el aprendizaje y la recuperación de la memoria.
Sin embargo, el nuevo trabajo, realizado en ratones, cobayas y otros pequeños roedores y publicado en el último número de la revista Science, apunta que al reorganizar las conexiones cerebrales también se promueve el olvido.
“Pensamos que la neurogénesis tiene un doble efecto sobre la memoria. La integración de nuevas neuronas en el hipocampo parece facilitar la codificación de nuevos recuerdos, pero al mismo tiempo ayuda a limpiar los viejos”, aclara Frankland. “Esta limpieza es importante ya que ayuda a la memoria a trabajar de una manera más eficiente”.
Durante el experimento, los investigadores utilizaron leves descargas eléctricas para provocar que dichos roedores temiesen un determinado entorno. A continuación dejaron que algunos animales usaran la rueda para hacer ejercicio, ya que anteriores investigaciones ya demostraron que el ejercicio físico aumenta de manera natural los niveles de neurogénesis.
Los científicos comprobaron que los ratones que se habían ejercitado con la rueda habían olvidado en gran medida el temor que se les había inducido, mientras que los ratones que no corrieron parecían recordar vivamente las descargas eléctricas con las que habían sido aleccionados.
Para los autores, los resultados revelan claramente que existe una correlación sustancial entre neurogénesis y olvido. La codificación de nuevos recuerdos implica la remodelación de la red sináptica preexistente, lo que implica la perdida de información ya almacenada.
Implicaciones también en humanos
Por otro lado, se suministró una droga que reduce la tasa de neurogénesis a los roedores lactantes, ya que en este periodo es en el que se producen más neuronas nuevas. Este procedimiento mostró que los ratones que habían tomado el fármaco inhibidor eran mejores en la retención de recuerdos respecto a sus homólogos no tratados.
Finalmente, los investigadores analizaron los efectos que tiene la creación de nuevas neuronas sobre el nivel de olvido en degús y cobayas, pues ambos nacen con las neuronas ya maduras y no experimentan tanta neurogénesis en la infancia como los ratones.
Así, se demostró que las crías de estos animales poseían altos niveles de retención, ya que no olvidaban el miedo inducido con la misma rapidez que las crías de ratón. Pero
cuando se les administró a esta otra especie un medicamento que estimula la neurogénesis, estos roedores empezaron a olvidar su temor.
“Las conclusiones de nuestro trabajo también son relevantes para los humanos”, afirma Frankland. “Sin duda, los niños pueden formar recuerdos de eventos particulares, pero simplemente no pueden mantener esta información y la olvidan”.
Tomado de: EL BOLETIN.COM
Para crear nuevos recuerdos, las neuronas se encuentran en un proceso de formación constante en el hipocampo del cerebro. Este hecho ha llevado a un grupo de científicos del Hospital para Niños Enfermos de Toronto (Canadá) y del Instituto Integral Ciencias Médicas de Toyoake (Japón) a preguntarse si la integración de nuevas neuronas también puede desestabilizar viejos recuerdos.
“Sabemos que existe una limpieza de memoria ya que, mientras nos acordamos muy bien de lo que hemos hecho en el último par de horas, es muy difícil recordar con el mismo detalle lo que estábamos haciendo hace una semana o un mes. Aunque no todos los recuerdos son olvidados; los más importantes se consolidan en el córtex”, explica a Sinc Paul Frankland, coautor del trabajo e investigador de la institución canadiense.
Hasta la segunda mitad del siglo XX se negaba la creación de neuronas después del nacimiento. Pero hoy en día se sabe que se siguen produciendo durante toda la vida debido a la diferenciación de las células madre.
Estudios previos ya habían mostrado que las neuronas nuevas se integran en las redes neuronales preexistentes para participar en el procesamiento de información. En la última década se ha reforzado la hipótesis de que la neurogénesis –la generación de nuevas neuronas– es necesaria para el aprendizaje y la recuperación de la memoria.
Sin embargo, el nuevo trabajo, realizado en ratones, cobayas y otros pequeños roedores y publicado en el último número de la revista Science, apunta que al reorganizar las conexiones cerebrales también se promueve el olvido.
“Pensamos que la neurogénesis tiene un doble efecto sobre la memoria. La integración de nuevas neuronas en el hipocampo parece facilitar la codificación de nuevos recuerdos, pero al mismo tiempo ayuda a limpiar los viejos”, aclara Frankland. “Esta limpieza es importante ya que ayuda a la memoria a trabajar de una manera más eficiente”.
Durante el experimento, los investigadores utilizaron leves descargas eléctricas para provocar que dichos roedores temiesen un determinado entorno. A continuación dejaron que algunos animales usaran la rueda para hacer ejercicio, ya que anteriores investigaciones ya demostraron que el ejercicio físico aumenta de manera natural los niveles de neurogénesis.
Los científicos comprobaron que los ratones que se habían ejercitado con la rueda habían olvidado en gran medida el temor que se les había inducido, mientras que los ratones que no corrieron parecían recordar vivamente las descargas eléctricas con las que habían sido aleccionados.
Para los autores, los resultados revelan claramente que existe una correlación sustancial entre neurogénesis y olvido. La codificación de nuevos recuerdos implica la remodelación de la red sináptica preexistente, lo que implica la perdida de información ya almacenada.
Implicaciones también en humanos
Por otro lado, se suministró una droga que reduce la tasa de neurogénesis a los roedores lactantes, ya que en este periodo es en el que se producen más neuronas nuevas. Este procedimiento mostró que los ratones que habían tomado el fármaco inhibidor eran mejores en la retención de recuerdos respecto a sus homólogos no tratados.
Finalmente, los investigadores analizaron los efectos que tiene la creación de nuevas neuronas sobre el nivel de olvido en degús y cobayas, pues ambos nacen con las neuronas ya maduras y no experimentan tanta neurogénesis en la infancia como los ratones.
Así, se demostró que las crías de estos animales poseían altos niveles de retención, ya que no olvidaban el miedo inducido con la misma rapidez que las crías de ratón. Pero
cuando se les administró a esta otra especie un medicamento que estimula la neurogénesis, estos roedores empezaron a olvidar su temor.
“Las conclusiones de nuestro trabajo también son relevantes para los humanos”, afirma Frankland. “Sin duda, los niños pueden formar recuerdos de eventos particulares, pero simplemente no pueden mantener esta información y la olvidan”.
Tomado de: EL BOLETIN.COM
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Cognición,
Neurociencias,
Recuerdo
Los buenos recuerdos perduran más en la memoria
¿Por qué recordamos bien algunas cosas mientras que otras se desvanecen? Investigadores sugieren que se debe a que los eventos positivos se quedan durante más tiempo en la memoria que los malos, algo que ayuda a la raza humana a mantenerse alegre y resistente.
De acuerdo con psicólogos, el aferrarnos a los buenos recuerdos -dejando atrás los malos- nos ayuda a lidiar con situaciones desagradables y mantener una actitud positiva ante la vida.
Fue hace 80 años que se propuso por primera vez la idea de que los recuerdos malos se desvanecen más rápido.
En los años 30, los especialistas recogieron lo que quedaba en la memoria de las personas después de las vacaciones, categorizándolas en agradables y desagradables.
Semanas más tarde, los investigadores pidieron a los participantes que recordaran las vacaciones. Casi el 60% olvidó las experiencias desagradables, mientras que sólo el 42% de las agradables habían desaparecido.
Esto es algo que muchos de nosotros puede sentirse afín, tras un descanso solemos acordarnos de los buenos días y de las personas que conocimos y olvidarnos de los retrasos en los vuelos u otros inconvenientes.
Más tarde se hicieron otros estudios rigorosos del llamado fenómeno Fading Affect Bias (FAB), que ocurre cuando la información de emociones consideradas como negativas se borra de la mente más rápido que la positiva.
En un trabajo hecho en los años 70, en vez de preguntarle a la gente que recuerden memorias aleatorias -pues las personas podrían preferir aquellas positivas- a los participantes se les pidió que llevaran un diario, registrando la intensidad emocional de esos recuerdos.
Pero debido a que el 80% de toda la investigación psicológica se hace con estudiantes estadounidenses, no quedaba claro si esta preferencia a mantener en la memoria los buenos recuerdos existiría en otras culturas.
Eventos aleatorios
Para ver si se trataba de un fenómeno universal, Timothy Ritchie, de la Universidad de Limerick, en Irlanda, decidió analizar los datos de las muestras recogidas por académicos de seis universidades en el mundo.
Estos investigadores tenían acceso a los participantes de muchos grupos étnicos angloparlantes, incluido los afroamericanos, ghaneses, alemanes, nativos estadounidenses y neozelandeses tanto de la descendencia europea como de la aborigen.
En total, se incluyeron unas 2.400 memorias autobiográficas de 562 personas de 10 países.
Si bien la metodología de recolección de eventos que se mantienen en la memoria varió en muchas formas, el denominador común fue preguntarle a los participantes que recordaran momentos positivos y negativos, incluyendo detalles como la hora y lugar, así como información sensorial.
Los datos de Nueva Zelanda y Ghana sólo incluían a hombres y mujeres menores de 30 años. Pero en otros estudios, como el alemán, había muestras de más edad.
A la mayoría se le preguntó sobre eventos aleatorios de sus vidas, tanto positivos como negativos.
Pero los investigadores de Alemania también le preguntaron a su muestra sobre la respuesta emocional a un evento relevante: la caída del muro de Berlín en 1989.
A aquellos que recordaron su respuesta emocional, se les pidió que lo volvieran a hacer en diferentes períodos de tiempo, y puntuaron cómo se sentían al respecto.
Esto es conocido como el efecto inicial y el efecto actual, la diferencia entre ellos fue medida.
Los investigadores pudieron determinar así el FAB ocurrido en cada estudio, independientemente de los antecedentes culturales de los participantes.
Recuerdos fijos
Los autores creen que este estudio demuestra cómo la desaparición rápida de memorias desagradables es un fenómeno que ocurre en todas las culturas y que ayuda a las personas a procesar la negatividad y a adaptarse a los cambios de lo que les rodea mientras retienen una actitud positiva ante la vida.
Un grupo de personas con grandes problemas para tener memoria positiva es aquel de las personas con depresión severa.
El doctor Tim Dalgleish, psicólogo clínico de la Universidad de Cambridge, intenta ayudar a las personas con depresión aguda a tener acceso a los recuerdos positivos.
La técnica que usa se conoce como el método de ubicación. Se trata de una técnica de miles de años que utiliza imágenes visuales que la persona imagina a lo largo de una ruta o en un lugar como el hogar.
Todos los participantes en el estudio de Dalgleish tenían depresión aguda. Debido a que les costaba tanto recuperar sus recuerdos, un investigador los ayudó a materializarlos, con detalles como la información sensorial de olores, colores y sonidos.
Una de las personas que participó en el trabajo, Emma Brinkley, tuvo muchas dificultades para acordarse de eventos positivos.
"Incluso ahora, cuando me encuentro baja de ánimo es difícil pensar en algo positivo para animarme. Es casi como si tu mente se rehusara a permitirte buscar algo en tu conciencia", dijo.
Una vez decidido, las memorias se fijan a lo largo de una ruta como el viaje al trabajo o la universidad, o incluso dentro de su propia casa.
Para el doctor Dalgleish esta es una parte vital del proceso. "Vamos a decir que colocas 10 puntos en el camino -la puerta de entrada, el porche, la cocina y la sala si se trata de la casa- y entonces eliges los recuerdos que quieres poner en la maleta, el tipo de cosas en las que quieres pensar en momentos difíciles. Y creas una imagen memorable y una rara que vincule ese recuerdo con cada punto en la ruta".
"Puedes imaginarte la sala llena de arena, con el televisor encendido mostrando el mar, el sonido de las gaviotas y de las olas. Y el hecho de que el sonido estaba en la sala lo hace más extraño y fácil de recordar que si sólo recuerdas la arena de una playa".
Ruta familiar
Es el tipo de técnica que los campeones de pruebas de memoria utilizan con éxito para lograr las hazañas como recordar toda la secuencia de una baraja de cartas.
Los expertos descubrieron que al crear este mapa mental o "palacio de la memoria" mejoraba el recuerdo de los participantes, en comparación con otro grupo que utilizó otra técnica, como la de fraccionar los recuerdos en distintos conjuntos y ensayarlos.
También comprobaron que el método tiene efectos a largo plazo, vistos incluso una semana después en algunas personas cuando se les llamó para repetir las pruebas.
Emma Brinkley está sorprendida de cuánto duran esos recuerdos. "Hay días en que sencillamente me traslado a esa ruta familiar e intento pensar en algunas de esas memorias felices para subirme el ánimo".
"Algunos días me cuestan más que otros. Pero he descubierto que ha habido una verdadera y profunda subida de ánimo", agrega.
Tomado de: BBC Mundo
De acuerdo con psicólogos, el aferrarnos a los buenos recuerdos -dejando atrás los malos- nos ayuda a lidiar con situaciones desagradables y mantener una actitud positiva ante la vida.
Fue hace 80 años que se propuso por primera vez la idea de que los recuerdos malos se desvanecen más rápido.
En los años 30, los especialistas recogieron lo que quedaba en la memoria de las personas después de las vacaciones, categorizándolas en agradables y desagradables.
Semanas más tarde, los investigadores pidieron a los participantes que recordaran las vacaciones. Casi el 60% olvidó las experiencias desagradables, mientras que sólo el 42% de las agradables habían desaparecido.
Esto es algo que muchos de nosotros puede sentirse afín, tras un descanso solemos acordarnos de los buenos días y de las personas que conocimos y olvidarnos de los retrasos en los vuelos u otros inconvenientes.
Más tarde se hicieron otros estudios rigorosos del llamado fenómeno Fading Affect Bias (FAB), que ocurre cuando la información de emociones consideradas como negativas se borra de la mente más rápido que la positiva.
En un trabajo hecho en los años 70, en vez de preguntarle a la gente que recuerden memorias aleatorias -pues las personas podrían preferir aquellas positivas- a los participantes se les pidió que llevaran un diario, registrando la intensidad emocional de esos recuerdos.
Pero debido a que el 80% de toda la investigación psicológica se hace con estudiantes estadounidenses, no quedaba claro si esta preferencia a mantener en la memoria los buenos recuerdos existiría en otras culturas.
Eventos aleatorios
Para ver si se trataba de un fenómeno universal, Timothy Ritchie, de la Universidad de Limerick, en Irlanda, decidió analizar los datos de las muestras recogidas por académicos de seis universidades en el mundo.
Estos investigadores tenían acceso a los participantes de muchos grupos étnicos angloparlantes, incluido los afroamericanos, ghaneses, alemanes, nativos estadounidenses y neozelandeses tanto de la descendencia europea como de la aborigen.
En total, se incluyeron unas 2.400 memorias autobiográficas de 562 personas de 10 países.
Si bien la metodología de recolección de eventos que se mantienen en la memoria varió en muchas formas, el denominador común fue preguntarle a los participantes que recordaran momentos positivos y negativos, incluyendo detalles como la hora y lugar, así como información sensorial.
Los datos de Nueva Zelanda y Ghana sólo incluían a hombres y mujeres menores de 30 años. Pero en otros estudios, como el alemán, había muestras de más edad.
A la mayoría se le preguntó sobre eventos aleatorios de sus vidas, tanto positivos como negativos.
Pero los investigadores de Alemania también le preguntaron a su muestra sobre la respuesta emocional a un evento relevante: la caída del muro de Berlín en 1989.
A aquellos que recordaron su respuesta emocional, se les pidió que lo volvieran a hacer en diferentes períodos de tiempo, y puntuaron cómo se sentían al respecto.
Esto es conocido como el efecto inicial y el efecto actual, la diferencia entre ellos fue medida.
Los investigadores pudieron determinar así el FAB ocurrido en cada estudio, independientemente de los antecedentes culturales de los participantes.
Recuerdos fijos
Los autores creen que este estudio demuestra cómo la desaparición rápida de memorias desagradables es un fenómeno que ocurre en todas las culturas y que ayuda a las personas a procesar la negatividad y a adaptarse a los cambios de lo que les rodea mientras retienen una actitud positiva ante la vida.
Un grupo de personas con grandes problemas para tener memoria positiva es aquel de las personas con depresión severa.
El doctor Tim Dalgleish, psicólogo clínico de la Universidad de Cambridge, intenta ayudar a las personas con depresión aguda a tener acceso a los recuerdos positivos.
La técnica que usa se conoce como el método de ubicación. Se trata de una técnica de miles de años que utiliza imágenes visuales que la persona imagina a lo largo de una ruta o en un lugar como el hogar.
Todos los participantes en el estudio de Dalgleish tenían depresión aguda. Debido a que les costaba tanto recuperar sus recuerdos, un investigador los ayudó a materializarlos, con detalles como la información sensorial de olores, colores y sonidos.
Una de las personas que participó en el trabajo, Emma Brinkley, tuvo muchas dificultades para acordarse de eventos positivos.
"Incluso ahora, cuando me encuentro baja de ánimo es difícil pensar en algo positivo para animarme. Es casi como si tu mente se rehusara a permitirte buscar algo en tu conciencia", dijo.
Una vez decidido, las memorias se fijan a lo largo de una ruta como el viaje al trabajo o la universidad, o incluso dentro de su propia casa.
Para el doctor Dalgleish esta es una parte vital del proceso. "Vamos a decir que colocas 10 puntos en el camino -la puerta de entrada, el porche, la cocina y la sala si se trata de la casa- y entonces eliges los recuerdos que quieres poner en la maleta, el tipo de cosas en las que quieres pensar en momentos difíciles. Y creas una imagen memorable y una rara que vincule ese recuerdo con cada punto en la ruta".
"Puedes imaginarte la sala llena de arena, con el televisor encendido mostrando el mar, el sonido de las gaviotas y de las olas. Y el hecho de que el sonido estaba en la sala lo hace más extraño y fácil de recordar que si sólo recuerdas la arena de una playa".
Ruta familiar
Es el tipo de técnica que los campeones de pruebas de memoria utilizan con éxito para lograr las hazañas como recordar toda la secuencia de una baraja de cartas.
Los expertos descubrieron que al crear este mapa mental o "palacio de la memoria" mejoraba el recuerdo de los participantes, en comparación con otro grupo que utilizó otra técnica, como la de fraccionar los recuerdos en distintos conjuntos y ensayarlos.
También comprobaron que el método tiene efectos a largo plazo, vistos incluso una semana después en algunas personas cuando se les llamó para repetir las pruebas.
Emma Brinkley está sorprendida de cuánto duran esos recuerdos. "Hay días en que sencillamente me traslado a esa ruta familiar e intento pensar en algunas de esas memorias felices para subirme el ánimo".
"Algunos días me cuestan más que otros. Pero he descubierto que ha habido una verdadera y profunda subida de ánimo", agrega.
Tomado de: BBC Mundo
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