30 de abril de 2020
14 de abril de 2020
Somos de los mismos: compartimos una historia como especie
Hace aproximadamente 70 mil años en la historia de nuestra especie estuvimos al borde de la extinción, es una historia que se guarda en nuestros registros genéticos y que puso en grandes aprietos a un grupo pequeño de homo sapiens sapiens que tuvieron que ingeniárselas para sobrevivir, pero al parecer como especie resiliente, pues hoy poblamos casi todo el planeta, e incluso algunos humanos pueden encontrarse orbitando sobre él. En la actualidad más bien somos tantos que los recursos, además de desigualmente distribuidos, están siendo explotados y en algunas regiones ya los recursos vitales son escasos.
Esta situación a la que nos enfrentamos actualmente, ante un virus potencialmente contagioso y mortal, es casi repetitivo en nuestra historia, pero no esa de la cual tenemos registro desde hace 12 mil años, sino nuestra historia como especie que lleva en este planeta aproximadamente 200 mil años.
Claro está, que desde hace menos de 10 mil años el desarrollo de la cultura ha sido exponencial, y aunque somos la misma especie, la manera en cómo hemos ido enfrentando el crecimiento demográfico, la forma de aprender y adaptarnos a los entornos culturales, ha transformado de forma articulada nuestra forma de pensar y comportarnos.
Ya no somos 200 sujetos viviendo en tropas, sino que muchas de nuestras relaciones sociales se han convertido en escenarios interactivos donde nos conectamos con cientos e incluso miles de personas, y nuestra capacidad de hacer cálculos sociales a veces nos rebaza los millones de sujetos. Aunque se sabe que podemos manejar esa idea de los miles y millones de personas, hay un límite sobre el cual creamos nuestros vínculos más importantes. De ahí, que no es de extrañarse que constantemente hacemos estos contrastes entre “Nosotros” y los “Otros”, y hasta construimos diferencias donde algunas veces no existen o son culturales, claro diferencias válidas, pero no como para asumir que somos de especies diferentes o de otras razas.
Como especie ya hemos tenido que enfrentarnos a condiciones medioambientales desafiantes y a otras situaciones que han puesto en vilo nuestra supervivencia, y estos han sido actos que hemos tenido que enfrentar como especie social, aquella cuya supervivencia ha sido atribuida a nuestras habilidades sociales y nuestra capacidad de resistir como grupo. Esto no es muy diferente a lo que estamos enfrentando en la actualidad, sin embargo, resulta interesante que, ante esta crisis, el mayor acto de altruismo y empatía que podemos tener por los otros se da con el distanciamiento social y el menor contacto físico que pueda tenerse con los demás.
En este caso, nuestra mayor arma contra esta letal enfermedad sigue siendo nuestro comportamiento social, pero ya no marchamos en conjunto para combatir una situación que no sólo pone en riesgo a nuestra especie, sino que arremete con toda nuestra cultura en general. Claro está que antes de esto ya existía aislamiento social y exclusión para muchos, es para quienes dábamos por hecho nuestra existencia social que la situación nos hace repensar sobre nuestro papel en el planeta y qué acciones deberíamos tomar en adelante.
En algunos casos se ve que hay mucho optimismo por replantear e innovar sobre lo que hacemos, pero también mucha incertidumbre sobre lo que pueda venir, pues no sabemos con exactitud si esto será tomado para bien, transformando nuestro mundo sobre los errores que hemos cometido, o con la idea de volver a la normalidad y recrudecer este modelo de mundo que hemos creado, y sobre tenemos en vilo al planeta.
Hace mucho tiempo hemos dejado de pensar en las generaciones futuras, y hemos volteado nuestra mirada a la inmediatez. Pensar en nuestros hijos o nosotros mismos parece ser lo básico, pero no sobre quienes estarán (si es que estarán) en las siguientes seis u ocho generaciones. Olvidamos pensar hacia atrás, pero también hacía adelante, estamos enfocados en lo que va a pasar los siguientes meses, o añoramos nuestra vida de hace un año.
Creo que una situación como esta debería no sólo unirnos como miembros de la misma especie —cuyas decisiones colectivas pueden cambiar lo que queremos para nuestras generaciones futuras (si es que pensamos en ellas)— pero a su vez, entender que nuestra responsabilidad personal, como individuos autónomos, puede también ejercer un papel importante sobre lo que viene más adelante, sea esto para bien o para mal.
Si después de esta situación, que tiene a casi todo el mundo en el confinamiento seguimos siendo los mismos, será lamentable. Como especie hemos pasado pruebas difíciles, que como hemos visto no son recientes, sino que han sido fundamentales desde nuestra historia temprana como especie.
Seguir siendo los mismos sería trágico y decepcionante, aunque si lo hacemos no es de extrañar, pues hasta el momento hemos elegido líderes como muchos de los que tenemos, y modelos económicos, políticos y sociales que incluso que van en contra de nuestro más entrañable comportamiento social, cooperativo y altruista, e incluso contrarios a nuestra capacidad de ser críticos, autónomos y resilientes.
Tomado de:
https://delfino.cr/2020/04/somos-de-los-mismos-compartimos-una-historia-como-especie27 de noviembre de 2019
Las ondas cerebrales compiten para archivar o borrar recuerdos
Manipular neuronas permite fortalecer la memoria y olvidar traumas
Las ondas cerebrales compiten entre ellas mientras dormimos para determinar qué recuerdos archivamos y cuáles olvidamos. Manipulando neuronas es posible fortalecer la memoria y olvidar traumas.
Las ondas cerebrales compiten entre ellas para determinar el aprendizaje durante el sueño, según un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de California en San Francisco.
Esta investigación ha determinado que distintos patrones de actividad eléctrica en el cerebro son los que posibilitan que recordemos u olvidemos lo que aprendimos el día anterior.
Esta selección de recuerdos es necesaria para la supervivencia: cada día, el cerebro acumula más recuerdos de los que puede almacenar en su memoria.
Mientras dormimos, el cerebro procede a decidir qué es lo que puede guardar como recuerdo de una experiencia y qué es lo que no es relevante para el resto de la vida.
Esta investigación ha comprobado que los patrones de actividad eléctrica son los que intervienen para consolidar algunos recuerdos y borrar otros.
Neuronas especializadas
Los recuerdos se consolidan en el cerebro gracias a unas neuronas especializadas en aprender habilidades recientes.
Dos tipos de ondas cerebrales son las encargadas de fortalecer o debilitar a esas neuronas especializadas, según la experiencia deba ser recordada u olvidada.
Las ondas que intervienen en ese proceso son las ondas llamadas de oscilaciones lentas (cuando alcanzamos el sueño sin movimientos oculares rápidos) y las ondas delta, que son las que se presentan en el sueño profundo sin soñar.
Las oscilaciones lentas son las que intervienen para guardar recuerdos y las ondas delta las que inducen al olvido de una experiencia irrelevante. La competencia entre ellas determina qué recuerdos se archivan y cuáles se olvidan.
Las oscilaciones lentas y las ondas delta son características del llamado sueño no REM, que, al menos en los humanos, constituye la mitad o más de una noche de sueño.
Existía evidencia de que estas etapas de sueño no REM juegan un papel en la consolidación de varios tipos de memoria, incluido el aprendizaje de habilidades motoras. El nuevo estudio ha explicado cómo ocurre este proceso en el cerebro.
Metodología
Para llegar a este resultado, los investigadores trabajaron con ratas de laboratorio: ajustaron mediante optogenética ambas ondas cerebrales mientras los roedores dormían y al día siguiente comprobaron que habían mejorado en el aprendizaje de una nueva habilidad.
Este descubrimiento permite pensar que en futuro la misma técnica se pueda aplicar para aumentar la memoria humana e incluso para borrar recuerdos traumáticos, induciendo al cerebro a potenciar o borrar la memoria de las experiencias vividas.
Karunesh Ganguly, director de esta investigación, explica en un comunicado que "vincular un tipo específico de onda cerebral al olvido es un concepto nuevo… Se han realizado más estudios sobre el fortalecimiento de los recuerdos que sobre el olvido, y tienden a estudiarse de forma aislada el uno del otro. Lo que indican nuestros datos es que existe una competencia constante entre los dos: es el equilibrio entre ellos lo que determina lo que recordamos".
En las últimas dos décadas, la corazonada humana de que el sueño desempeña un papel en la formación de recuerdos ha sido cada vez más respaldada por estudios científicos, explican los investigadores.
Los estudios realizados en animales muestran que las mismas neuronas involucradas en la formación de la memoria inicial de una nueva tarea o experiencia, se reactivan durante el sueño para consolidar estos rastros de memoria en el cerebro.
Esta investigación detalla cómo se desarrolla ese proceso: cuando esas neuronas llegan con la información de esa experiencia al cerebro, otras neuronas intervienen para decidir lo que es o no relevante.
El resultado de ese “intercambio de opiniones” entre neuronas es que unos recuerdos se archivan y otros se olvidan porque, de esta forma, el cerebro despeja la mente para procesar nuevas experiencias.
Referencia
Competing Roles of Slow Oscillations and Delta Waves in Memory Consolidation versus Forgetting. Jaekyung Kim et al. Cell, volume 179, issue 2, p514-526.e13, october 03, 2019. DOI:https://doi.org/10.1016/j.cell.2019.08.040
Tomado de: https://www.tendencias21.net/Las-ondas-cerebrales-compiten-para-archivar-o-borrar-recuerdos_a45556.html
Las ondas cerebrales compiten entre ellas mientras dormimos para determinar qué recuerdos archivamos y cuáles olvidamos. Manipulando neuronas es posible fortalecer la memoria y olvidar traumas.
Las ondas cerebrales compiten entre ellas para determinar el aprendizaje durante el sueño, según un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de California en San Francisco.
Esta investigación ha determinado que distintos patrones de actividad eléctrica en el cerebro son los que posibilitan que recordemos u olvidemos lo que aprendimos el día anterior.
Esta selección de recuerdos es necesaria para la supervivencia: cada día, el cerebro acumula más recuerdos de los que puede almacenar en su memoria.
Mientras dormimos, el cerebro procede a decidir qué es lo que puede guardar como recuerdo de una experiencia y qué es lo que no es relevante para el resto de la vida.
Esta investigación ha comprobado que los patrones de actividad eléctrica son los que intervienen para consolidar algunos recuerdos y borrar otros.
Neuronas especializadas
Los recuerdos se consolidan en el cerebro gracias a unas neuronas especializadas en aprender habilidades recientes.
Dos tipos de ondas cerebrales son las encargadas de fortalecer o debilitar a esas neuronas especializadas, según la experiencia deba ser recordada u olvidada.
Las ondas que intervienen en ese proceso son las ondas llamadas de oscilaciones lentas (cuando alcanzamos el sueño sin movimientos oculares rápidos) y las ondas delta, que son las que se presentan en el sueño profundo sin soñar.
Las oscilaciones lentas son las que intervienen para guardar recuerdos y las ondas delta las que inducen al olvido de una experiencia irrelevante. La competencia entre ellas determina qué recuerdos se archivan y cuáles se olvidan.
Las oscilaciones lentas y las ondas delta son características del llamado sueño no REM, que, al menos en los humanos, constituye la mitad o más de una noche de sueño.
Existía evidencia de que estas etapas de sueño no REM juegan un papel en la consolidación de varios tipos de memoria, incluido el aprendizaje de habilidades motoras. El nuevo estudio ha explicado cómo ocurre este proceso en el cerebro.
Metodología
Para llegar a este resultado, los investigadores trabajaron con ratas de laboratorio: ajustaron mediante optogenética ambas ondas cerebrales mientras los roedores dormían y al día siguiente comprobaron que habían mejorado en el aprendizaje de una nueva habilidad.
Este descubrimiento permite pensar que en futuro la misma técnica se pueda aplicar para aumentar la memoria humana e incluso para borrar recuerdos traumáticos, induciendo al cerebro a potenciar o borrar la memoria de las experiencias vividas.
Karunesh Ganguly, director de esta investigación, explica en un comunicado que "vincular un tipo específico de onda cerebral al olvido es un concepto nuevo… Se han realizado más estudios sobre el fortalecimiento de los recuerdos que sobre el olvido, y tienden a estudiarse de forma aislada el uno del otro. Lo que indican nuestros datos es que existe una competencia constante entre los dos: es el equilibrio entre ellos lo que determina lo que recordamos".
En las últimas dos décadas, la corazonada humana de que el sueño desempeña un papel en la formación de recuerdos ha sido cada vez más respaldada por estudios científicos, explican los investigadores.
Los estudios realizados en animales muestran que las mismas neuronas involucradas en la formación de la memoria inicial de una nueva tarea o experiencia, se reactivan durante el sueño para consolidar estos rastros de memoria en el cerebro.
Esta investigación detalla cómo se desarrolla ese proceso: cuando esas neuronas llegan con la información de esa experiencia al cerebro, otras neuronas intervienen para decidir lo que es o no relevante.
El resultado de ese “intercambio de opiniones” entre neuronas es que unos recuerdos se archivan y otros se olvidan porque, de esta forma, el cerebro despeja la mente para procesar nuevas experiencias.
Referencia
Competing Roles of Slow Oscillations and Delta Waves in Memory Consolidation versus Forgetting. Jaekyung Kim et al. Cell, volume 179, issue 2, p514-526.e13, october 03, 2019. DOI:https://doi.org/10.1016/j.cell.2019.08.040
Tomado de: https://www.tendencias21.net/Las-ondas-cerebrales-compiten-para-archivar-o-borrar-recuerdos_a45556.html
3 de agosto de 2019
Los chimpancés tienen similitudes clave con la memoria de trabajo humana
Los chimpancés con mejor rendimiento recordaron al menos cuatro elementos.
El chimpancé es nuestro pariente vivo más próximo, con el que compartimos el 98 por ciento de nuestro código genético. Distintos estudios han demostrado que los chimpancés tienen excelentes habilidades de memoria a largo plazo.
Sin embargo, poco se sabía hasta ahora acerca de sus capacidades de memoria de trabajo. Un nuevo estudio, publicado en Proceedings of the Royal Society B, ha revelado habilidades de memoria de trabajo en chimpancés, que les permiten realizar un seguimiento de una serie de eventos o acciones anteriores, de forma similar a los humanos.
Los investigadores presentaron a los chimpancés una tarea en la que podían buscar alimentos en una cantidad de cajas pequeñas y opacas. Los chimpancés vieron por primera vez cómo se escondían trozos de comida en las cajas. Luego buscaron los alimentos señalando las cajas una por una. Si una caja elegida contenía comida, los chimpancés la recibieron como recompensa.
Después de cada elección, las cajas se cubrieron durante quince segundos. Para recuperar todos los alimentos, los chimpancés tenían que tener en cuenta en qué cajas ya habían buscado alimentos. Los investigadores aumentaron la dificultad de la tarea dependiendo de la capacidad de cada chimpancé al aumentar el número de cajas y barajar las casillas entre cada búsqueda.
El chimpancé es nuestro pariente vivo más próximo, con el que compartimos el 98 por ciento de nuestro código genético. Distintos estudios han demostrado que los chimpancés tienen excelentes habilidades de memoria a largo plazo.
Sin embargo, poco se sabía hasta ahora acerca de sus capacidades de memoria de trabajo. Un nuevo estudio, publicado en Proceedings of the Royal Society B, ha revelado habilidades de memoria de trabajo en chimpancés, que les permiten realizar un seguimiento de una serie de eventos o acciones anteriores, de forma similar a los humanos.
Los investigadores presentaron a los chimpancés una tarea en la que podían buscar alimentos en una cantidad de cajas pequeñas y opacas. Los chimpancés vieron por primera vez cómo se escondían trozos de comida en las cajas. Luego buscaron los alimentos señalando las cajas una por una. Si una caja elegida contenía comida, los chimpancés la recibieron como recompensa.
Después de cada elección, las cajas se cubrieron durante quince segundos. Para recuperar todos los alimentos, los chimpancés tenían que tener en cuenta en qué cajas ya habían buscado alimentos. Los investigadores aumentaron la dificultad de la tarea dependiendo de la capacidad de cada chimpancé al aumentar el número de cajas y barajar las casillas entre cada búsqueda.
El estudio reveló similitudes clave entre el chimpancé y la memoria de trabajo humana. Los chimpancés con mejor rendimiento recordaron al menos cuatro elementos; un joven chimpancé recordó más de siete artículos. Usaron tanto la apariencia de las cajas como su posición para recordar sus elecciones anteriores.
Los seres humanos normalmente se desempeñan peor en las pruebas de memoria de trabajo si necesitan hacer algo en paralelo. Del mismo modo, si los chimpancés tenían que realizar una segunda tarea similar en paralelo, su rendimiento disminuyó. Las diferencias en la capacidad de memoria de trabajo entre los chimpancés se mantuvieron estables durante meses.
La diferencia más obvia entre los chimpancés y los humanos no era la capacidad de la memoria de trabajo, sino las estrategias de búsqueda que los humanos suelen emplear para facilitar esta tarea: a los chimpancés no se les ocurrió buscar en las cajas en línea de un lado a otro.
La capacidad de memoria de trabajo de los chimpancés no parece ser fundamentalmente diferente de la capacidad humana. “Nuestros hallazgos sugieren que los chimpancés se desempeñan de manera similar a los niños de siete años en una tarea de memoria de trabajo intuitiva que no depende de una capacitación extensa”, dice Christoph Voelter del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena. LAT
Artículo científico de referencia:
Chimpanzees flexibly update working memory contents and show susceptibility to distraction in the self-ordered search task, Christoph J. Völter , Roger Mundry , Josep Call and Amanda M. Seed, Proceedings of the Royal Society B, julio 2019, https://doi.org/10.1098/rspb.2019.0715
Tomado de: https://www.lavanguardia.com/natural/animaladas-videos/20190726/463686791819/chimpances-similitudes-clave-memoria-trabajo-humana.html
La capacidad de los chimpancés de construir y usar herramientas pone de manifiesto sus habilidades cognitivas superiores (Marcel Langthim) |
El chimpancé es nuestro pariente vivo más próximo, con el que compartimos el 98 por ciento de nuestro código genético. Distintos estudios han demostrado que los chimpancés tienen excelentes habilidades de memoria a largo plazo.
Sin embargo, poco se sabía hasta ahora acerca de sus capacidades de memoria de trabajo. Un nuevo estudio, publicado en Proceedings of the Royal Society B, ha revelado habilidades de memoria de trabajo en chimpancés, que les permiten realizar un seguimiento de una serie de eventos o acciones anteriores, de forma similar a los humanos.
Los investigadores presentaron a los chimpancés una tarea en la que podían buscar alimentos en una cantidad de cajas pequeñas y opacas. Los chimpancés vieron por primera vez cómo se escondían trozos de comida en las cajas. Luego buscaron los alimentos señalando las cajas una por una. Si una caja elegida contenía comida, los chimpancés la recibieron como recompensa.
Después de cada elección, las cajas se cubrieron durante quince segundos. Para recuperar todos los alimentos, los chimpancés tenían que tener en cuenta en qué cajas ya habían buscado alimentos. Los investigadores aumentaron la dificultad de la tarea dependiendo de la capacidad de cada chimpancé al aumentar el número de cajas y barajar las casillas entre cada búsqueda.
El chimpancé es nuestro pariente vivo más próximo, con el que compartimos el 98 por ciento de nuestro código genético. Distintos estudios han demostrado que los chimpancés tienen excelentes habilidades de memoria a largo plazo.
Sin embargo, poco se sabía hasta ahora acerca de sus capacidades de memoria de trabajo. Un nuevo estudio, publicado en Proceedings of the Royal Society B, ha revelado habilidades de memoria de trabajo en chimpancés, que les permiten realizar un seguimiento de una serie de eventos o acciones anteriores, de forma similar a los humanos.
Los investigadores presentaron a los chimpancés una tarea en la que podían buscar alimentos en una cantidad de cajas pequeñas y opacas. Los chimpancés vieron por primera vez cómo se escondían trozos de comida en las cajas. Luego buscaron los alimentos señalando las cajas una por una. Si una caja elegida contenía comida, los chimpancés la recibieron como recompensa.
Después de cada elección, las cajas se cubrieron durante quince segundos. Para recuperar todos los alimentos, los chimpancés tenían que tener en cuenta en qué cajas ya habían buscado alimentos. Los investigadores aumentaron la dificultad de la tarea dependiendo de la capacidad de cada chimpancé al aumentar el número de cajas y barajar las casillas entre cada búsqueda.
El estudio reveló similitudes clave entre el chimpancé y la memoria de trabajo humana. Los chimpancés con mejor rendimiento recordaron al menos cuatro elementos; un joven chimpancé recordó más de siete artículos. Usaron tanto la apariencia de las cajas como su posición para recordar sus elecciones anteriores.
Los seres humanos normalmente se desempeñan peor en las pruebas de memoria de trabajo si necesitan hacer algo en paralelo. Del mismo modo, si los chimpancés tenían que realizar una segunda tarea similar en paralelo, su rendimiento disminuyó. Las diferencias en la capacidad de memoria de trabajo entre los chimpancés se mantuvieron estables durante meses.
La diferencia más obvia entre los chimpancés y los humanos no era la capacidad de la memoria de trabajo, sino las estrategias de búsqueda que los humanos suelen emplear para facilitar esta tarea: a los chimpancés no se les ocurrió buscar en las cajas en línea de un lado a otro.
La capacidad de memoria de trabajo de los chimpancés no parece ser fundamentalmente diferente de la capacidad humana. “Nuestros hallazgos sugieren que los chimpancés se desempeñan de manera similar a los niños de siete años en una tarea de memoria de trabajo intuitiva que no depende de una capacitación extensa”, dice Christoph Voelter del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena. LAT
Los chimpancés buscaron los alimentos señalando las cajas una por una (MPI f. Evolutionary Anthropology) |
Artículo científico de referencia:
Chimpanzees flexibly update working memory contents and show susceptibility to distraction in the self-ordered search task, Christoph J. Völter , Roger Mundry , Josep Call and Amanda M. Seed, Proceedings of the Royal Society B, julio 2019, https://doi.org/10.1098/rspb.2019.0715
Tomado de: https://www.lavanguardia.com/natural/animaladas-videos/20190726/463686791819/chimpances-similitudes-clave-memoria-trabajo-humana.html
16 de julio de 2019
Taller "La función prospectiva de la memoria y los procesos formativos"
Como resultado de los proyectos sobre memoria humana hemos desarrollado este taller que pretende ser una herramienta para mejorar los procesos formativos en la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica.
Para ello se han elaborado cuatro materiales teórico-prácticos para trabajar con docentes y estudiantes, y libro como producto de esas investigaciones.
Este primer taller se realizó entre diferentes unidades académicas de la UNED el jueves 11 de julio.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
-
El término «aprendizaje» subraya la adquisición de conocimientos y destrezas; el de «memoria», la retención de esa información. Ambos proces...
-
Intuición y memoria , casi todos hemos experimentado una sensación de certeza sobre algo sin recordar porqué, es lo que llamamos tener una...